Las criptomonedas están demostrando un potencial transformador en países con desafíos financieros estructurales. Su adopción va más allá del simple intercambio especulativo: se convierten en herramientas de cambio social.
El siguiente análisis explora el contexto global, casos reales, ventajas, riesgos, regulación, CBDC y tendencias hasta 2030, brindando una guía práctica e inspiradora para quienes desean aprovechar infraestructura financiera alternativa en economías emergentes.
Contexto global y evolución del mercado cripto
El mercado cripto se proyecta con una TCAC del 31,3% hasta 2025, alcanzando una valoración cercana a 6.700 millones de dólares. Lejos de desvanecerse, la industria se consolida: los usuarios globales de criptomonedas podrían aumentar de 580 millones en 2024 a 1.200 millones en 2030.
Para septiembre de 2025, Bitcoin superó los 112.000 dólares, Ethereum rondó los 4.334 dólares y Solana se consolidó en el top de capitalización. La dominancia de Bitcoin oscila entre 48% y 55%, con picos superiores al 60% en periodos de incertidumbre.
Además, se prevé que el 72% de fondos institucionales aumente su exposición a cripto, canalizando más de 100.000 millones de dólares en ETFs de Bitcoin. Este ambiente de maduración sienta las bases para que las economías emergentes aprovechen el impulso de los grandes activos digitales.
Razones para adoptar cripto en economías emergentes
Las economías en desarrollo enfrentan limitaciones estructurales que dificultan el crecimiento y la inclusión financiera:
- Alta proporción de población no bancarizada o subbancarizada.
- Sistemas financieros costosos e ineficientes.
- Inflación alta y volatilidad cambiaria constante.
- Costos elevados en remesas internacionales.
- Desconfianza en instituciones financieras y gubernamentales.
Frente a esos retos, las criptomonedas ofrecen múltiples beneficios:
- Alternativa de inclusión financiera a bajo coste con solo un móvil e internet.
- Protección de ahorros contra inflación y devaluaciones, destacando a Bitcoin como reserva de valor digital.
- Canal más rápido y barato para remesas y pagos transfronterizos.
- Desarrollo de DeFi, microcréditos y tokenización de activos locales.
Casos reales y lecciones para otros países
El Salvador fue pionero al declarar a Bitcoin moneda de curso legal en septiembre de 2021. Con un fondo de 150 millones de dólares y un regalo inicial de 30 dólares en BTC a usuarios de la billetera “Chivo”, buscó:
- Reducir costos de remesas familiares.
- Lograr mayor independencia del dólar.
- Atraer inversión extranjera.
Aunque la adopción cotidiana fue menor de lo previsto y surgieron debates sobre la volatilidad y el riesgo fiscal, el experimento ofrece valiosas enseñanzas. La clave reside en combinar incentivos, educación financiera y una infraestructura tecnológica robusta.
Brasil, por su parte, reguló las criptomonedas en junio de 2023, asignando al Banco Central la supervisión de criptoactivos. La Ley de Criptoactivos establece normas para prevenir fraudes, mientras se incrementó en un 45% la importación de criptomonedas durante los primeros ocho meses de 2023, alcanzando 7.400 millones de dólares.
Este enfoque de “regulación pro-mercado pero estricta” demuestra que es posible fomentar el crecimiento de la industria al tiempo que se protegen los intereses de los usuarios. El caso brasileño resalta la importancia de adaptar la normativa a la realidad local y mantener un diálogo abierto con los participantes del mercado.
Modelos regulatorios comparados
Los grandes emergentes ofrecen un abanico de enfoques:
- China: postura restrictiva, prohibición de intercambios, comercio y minería.
- India: prohibición bancaria anulada en 2020, proyecto de ley en espera.
- Corea del Sur: Ley de Protección de Usuarios de Activos Virtuales en 2023.
- El Salvador y Brasil: modelos pro-cripto con distintos grados de supervisión.
Esta diversidad muestra cómo cada nación equilibra innovación, seguridad y control, influyendo en la adopción ciudadana y la inversión extranjera.
CBDC vs. Cripto: competencia o complementariedad
En 2025, las monedas digitales de banco central (CBDC) alcanzan su punto de despegue. Más de 134 países exploran iniciativas de CBDC, buscando modernizar pagos y fomentar cuentas digitales básicas para poblaciones subbancarizadas.
Mientras tanto, las criptomonedas privadas compiten como reserva de valor descentralizada y motor de innovación. Un análisis comparativo puede esclarecer sus roles:
Perspectivas y tendencias hasta 2030
De cara al horizonte 2030, se espera que más de 1.200 millones de usuarios adopten cripto, impulsados por mejoras en la infraestructura y el creciente interés de instituciones. El desarrollo de redes de segunda capa, soluciones de escalabilidad y la integración con sistemas tradicionales marcarán el rumbo.
Además, la expansión de stablecoins reguladas y la colaboración entre entes gubernamentales y desarrolladores podrían allanar el camino para una coexistencia armónica entre CBDC y criptomonedas privadas, beneficiando especialmente a comunidades rurales y subatendidas.
Conclusión: Las criptomonedas representan una oportunidad única para impulsar la inclusión financiera, reducir costos de transacción y proteger ahorros en economías emergentes. Con un enfoque equilibrado entre innovación y regulación, estos países pueden transformar sus sistemas financieros y generar un impacto positivo en millones de vidas.